Germán Rodriguez, expatriado de ULMA Construction en Brasil
“Tras enterarme de que en ULMA Construction buscaban gente para marchar a Brasil a trabajar, pedí a RRHH más información sobre el puesto de supervisor de Logística en Belo Horizonte y las condiciones del mismo y acepté el reto. Se está finalizando la construcción de un depósito de 8.000 m de superficie para acompañar el crecimiento que ha desarrollado la filial hasta el día de hoy y que prevemos va a tener en un futuro cercano en el estado de Minas Gerais.
El 2 de marzo del pasado año llegué al aeropuerto de Guarulhos, Sao Paulo, después de un viaje de casi 12 horas de noche, casi sin dormir y habiendo dejado en casa una situación que aun siendo esperada fue desoladora, mi cuñado falleció el mismo día que cogí el avión rumbo a Brasil.
La acogida por parte de la gente fue excepcional, me sentí muy arropado, además, el brasileño es en general una persona muy alegre y esa alegría te la contagia a ti también.
En un principio vine yo solo, quería conocer el estilo de vida en Brasil, muy diferente en todos los aspectos al nuestro, y al cabo de unos meses vino Begoña, que aún se está aclimatando. Tenemos dos hijas, pero ya tienen edad como para quedarse solas en casa, y además, tienen su plan de vida organizado.
Ya en Sao Paulo lo primero que se pregunta uno es qué demonios haces aquí, un mes de clases de portugués, sin conocer la cultura brasileña, de la que sólo imaginas que todo es samba y poco trabajar, y viendo en el camino el hotel donde has estado hospedado y las grandes diferencias en el paisaje urbano y humano a las que allí no estamos acostumbrados y espero que no lo estemos nunca.
Sao Paulo es una ciudad cosmopolita, grande, con atascos de tráfico que mejor no pillarlos (aunque resulta casi imposible no caer en alguno), y con una “percepción de inseguridad” bastante elevada, cosa que aquí en Belo Horizonte no se percibe tanto.
Comencé a trabajar el 4 de marzo en la filial de Sao Paulo con Belén y mi hermano brasileiro Damasceno, conociendo los procesos y procedimientos de trabajo que aquí tienen implantados tanto en el patio como en administración.
La acogida por parte de la gente fue excepcional, me sentí muy arropado, además, el brasileño es en general una persona muy alegre y esa alegría se te contagia a tí también. Esto fue en Sao Paulo, en Belo Horizonte donde estoy desde mediados de enero de este mismo año, lo mismo, puedo decir que tuve una acogida excepcional.
Por las tardes y los fines de semana del mes de marzo me dediqué a conocer un poco más Sao Paulo de la mano de Belén Ibañez que había llegado aquí casi un año antes, luego llegaron dos compañeros más, Mikel González y Luis Parrilla, que alojándonos tan cerca, fuera del trabajo compartíamos ocio y aficiones, por ejemplo la cocina, que a la vez era una necesidad en el día a día.
Poco a poco fuimos conociendo a más gente, expatriados de varios sectores y empresas, a Mónica Casado de ULMA Architectural Solutions, a Javier Alonso de LKS, etc. Hicimos una cuadrilla bastante maja con la que compartimos momentos y experiencias en los fines de semana y algún día de fiesta.
Visitamos los alrededores de Barueri, que es donde está situado el hotel, y nos fuimos amoldando a la forma de vida y costumbres locales, aunque a lo que aún no me he acostumbrado es al horario. A las 11:30 de la mañana el personal ya está saliendo a comer, los restaurantes son generalmente tipo buffet, se come todo en el mismo plato y pagas por lo que te hayas echado en el mismo, te lo pesan y pagas por el peso de la comida, bebida aparte. Bueno, eso pasa fuera de Sao Paulo porque en la ciudad tienes una variedad gastronómica enorme, sólo les falta nuestro pescado.
Llevo aquí un año y puedo asegurar que la experiencia está siendo altamente gratificante, tanto en lo profesional como en lo personal, con sus cadencias claro está, pero está mereciendo la pena el esfuerzo de dejar “todo” en casa y lanzarme a la aventura.”