50 años de pasado, presente y futuro.
Este año 2011 el Grupo ULMA cumple su 50 aniversario. Y este evento, además de para su lógica celebración, debe ser momento para reflexionar sobre lo que se ha conseguido y a la vez para poner las bases del futuro que asegure que dentro de otros 50 años habrá otras personas que, al igual que nosotros hoy, tengan muchas cosas que celebrar.
Para valorar las cosas debemos de tener una perspectiva del tiempo, ya que si no, podemos cometer el error de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor o que ULMA es algo que sólo pertenece a los que estamos ahora. ULMA es la resultante del trabajo y esfuerzo de todos, de aquellas personas que han estado y de los que tenemos la suerte de seguir de forma activa a día de hoy. Debemos por lo tanto ser conscientes de que estamos gestionando un patrimonio recibido que tenemos que legar a los siguientes en las mejores condiciones posibles. Tenemos ese precioso encargo a la vez que esa gran responsabilidad.
Debemos ser conscientes de que estamos gestionando un patrimonio recibido que tenemos que legar a los siguientes en las mejores condiciones posibles. Tenemos ese precioso encargo a la vez que esa gran responsabilidad.
En este viaje en el tiempo debemos comenzar, como no, por los pioneros ¿Qué pensarían los fundadores de ULMA si les hubieran dicho que lo que estaban haciendo se iba a convertir al cabo de 50 años en lo que es hoy en día?. Estoy seguro de que no lo hubieran imaginado ni en el mejor de sus sueños. Se embarcaron en llevar adelante un proyecto utópico de transformación social que no tenía ningún tipo de “referencia” salvo lo iniciado en Mondragón pocos años antes. Era un momento histórico mucho más complicado que el actual, con una dictadura, sin sindicatos, con un control férreo por parte del Estado en todas las actividades empresariales, etc. A pesar de ello, decidieron que querían cambiar el concepto de lo que era “la empresa” y crear un nuevo tipo de organización en el trabajo y en la distribución de la economía de la empresa. A día de hoy sigue siendo la esencia de ULMA y del Movimiento Cooperativo.
Si el entorno no facilitaba mucho las cosas, tampoco las estructuras o experiencias cooperativas que había hasta el momento aseguraban que la aventura iniciada iba a tener éxito. Casi no existían los Órganos de Supraestructura que conocemos actualmente (CL y Lagun-Aro estaban recién constituidas), existía la figura legal de la cooperativa pero sin aplicación real en el mundo de la empresa. Había que desarrollar un entramado orgánico interno ágil, que funcionase y que fuese capaz de competir en el mercado para ganar dinero. Desde el principio se tuvo claro que nadie iba a regalar nada a las cooperativas y que tendrían que pelear fuerte para ser competitivas y rentables, ofertando servicios y productos que fuesen mejores y más baratos que los de los competidores que ya estaban establecidos. Si los negocios no son competitivos y rentables no hay proyecto.
A unos inicios complicados se alternaron fases de crecimiento significativo con crisis severas a las cuales se ha tenido que hacer frente sin perder el equilibrio entre la necesidad de mantener el proyecto social y a la vez asegurar su futuro. Nos enseñaron que los malos momentos se superan tomando decisiones valientes y trabajando con ilusión, con vocación de servicio, con generosidad y con visión de futuro. En nuestra historia tenemos muchos ejemplos de todo lo anterior y deberían ser el espejo donde mirarnos antes de tomar nuestras decisiones.
El camino hasta la actual ULMA ha sido largo y el éxito es indudable. Tenemos un Grupo en el que la facturación supera los 600 millones de euros, con más de 4.100 personas repartidas por todo el mundo, sus productos y servicios se venden en todas las áreas del mundo y nuestros negocios son referencia a nivel internacional en los mercados en los que operan. Somos un GRUPO valorado y respetado por los clientes, por nuestros proveedores, por los competidores, por las nuevas generaciones, que consideran a ULMA como un proyecto interesante y atractivo donde desarrollar su carrera profesional, y por la sociedad en general. Y todo ello manteniendo el mismo espíritu y filosofía que guiaron a los pioneros y promotores.
Debemos poner el proyecto de futuro por delante de los intereses particulares.
Tenemos por lo tanto motivos, y muchos, para celebrar esta efeméride y desde luego contamos con la bases para mirar con optimismo a los siguientes 50 años, ya que ULMA es una realidad socioempresarial que está consolidada, que cuenta con un proyecto de futuro ambicioso y atractivo. Tenemos unos cimientos mucho más sólidos que los que tuvieron los anteriores.
Pero lo hecho anteriormente, con ser necesario, no es suficiente para asegurar el futuro y la complacencia tampoco es una buena compañera de viaje. Tenemos nuestros retos y dificultades, distintos pero no mayores que los que ha tenido ULMA en otras épocas a lo largo de esos 50 años.
El período que nos toca vivir es complicado, pero seguro que saldremos reforzados de la crisis si aplicamos las lecciones que nos ha dejado nuestra historia, si nos damos cuenta de que no somos los dueños de una empresa sino los administradores a los que temporalmente nos ha tocado gestionar un proyecto que nos ha sido confiado y que tendremos que ceder a otros, si nos damos cuenta que el patrimonio económico y no económico de ULMA es obra de todos los que a lo largo de su vida han trabajado para ello y no sólo de los que estamos ahora, si creemos que la unión entre todos y no la división es la que nos va a ayudar a salir más rápido de la crisis. En definitiva, poniendo el proyecto de futuro por delante de los intereses particulares.
Gracias a todos por formar parte de este maravilloso proyecto y tengamos un recuerdo especial para aquellas personas que perdieron su vida mientras estaban trabajando con nosotros.